«La ciudad en suspenso». Así resume en su portada el diario local «Gazeta do Povo» la expectación de la ciudad de Curitiba —en el Estado de Paraná, al sur de Brasil— ante la llegada de Luiz Inácio Lula da Silva.
En este momento se está llevando a cabo el juicio al expresidente brasileño Lula da Silva quien expone su testimonio ante el juez Sérgio Moro. El encuentro se percibe aquí como un cara a cara casi deportivo, desde luego pugilístico, entre los dos grandes nombres de la actualidad brasileña. Por eso, las calles de Curitiba se preparan para convertirse en escenario de manifestaciones a favor y en contra de ambas partes.
La capital del Estado de Paraná, de dos millones de habitantes, es conocida por su histórica oposición al Partido de los Trabajadores de Lula y, en los últimos años, también por su orgullo de ser la sede de la Operación Lava Jato, que investiga la corrupción en las élites políticas del país desde hace años y cuyas indagaciones dirige Moro. Se han pegado carteles en diversas partes de la ciudad con un dibujo de Lula en la cárcel y el siguiente mensaje: «Bienvenido. Curitiba te espera».
Este rechazo a Lula también se ve en el acomodado barrio de Bigorrilho, donde los vecinos han colgado en sus ventanas banderas de Brasil para reflejar su «patriotismo» y su respaldo al juez Moro. «Esta semana había una furgoneta en la calle desde donde nos pedían en el micrófono que sacáramos las banderas en la ventana», cuenta María Cecilia Sánchez. Fabricio, que pasea por una de las calles del barrio, resume así su expectación para el proceso contra Lula: «Que a este hijo de puta le arresten».
De otro lado, diversos movimientos de izquierdas también han llegado a la ciudad para respaldar a Lula. Decenas de personas han acampado cerca del principal terminal de autobuses de la ciudad. «Ellos tienen que probar algo contra Lula. Por ahora, solo tienen delaciones y suposiciones, pero no tienen pruebas», defiende la profesora Irene Longhi, de 65 años. «Nuestro pueblo quiere la democracia y la verdad». A su lado, la agricultora Fátima Aparecida, de 61 años y miembro del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), espera que a Lula «le absuelvan» y que él «vuelva a ser presidente en 2018».
Los dos grupos —los que respaldan a Lula y los que respaldan a Moro— habían prometido manifestarse ante el tribunal del juez. Sin embargo, las autoridades han decidido cerrar las calles alrededor del tribunal para evitar que las dos marchas se encuentren. La prensa y los vecinos del barrio tendrán que registrarse para acceder a esas calles, mientras muchos comerciantes cerrarán sus locales.
Esta semana, el juez Moro pidió en las redes sociales que los que apoyan la Operación Lava Jato no salieran a protestar. En una conferencia, recordó también su papel como «juez imparcial» que debe juzgar y no ser uno de los lados de la pelea política.
En cualquier caso, está previsto que las calles estén ocupadas. Los manifestantes se movilizarán en el centro de la ciudad, pero en lugares distintos. En una plaza ante la Universidad Pública de Paraná, donde el martes montaban un escenario, estarán los seguidores de Lula. Se especula que el expresidente hablará por la tarde. A pocos minutos de allí, en otra plaza, entre los edificios del Ayuntamiento y del Gobierno regional, estarán los que respaldan al juez Moro. Pero, por ahora, un día antes de la cita, la ciudad sigue en suspense.