Anchorage, Alaska, RD Herald. – Este viernes 15 de agosto de 2025, los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin se reunieron en la base militar Joint Base Elmendorf-Richardson para una cumbre que busca sentar las bases de un posible alto al fuego en la guerra de Ucrania.
El encuentro, el primero entre ambos mandatarios desde 2019 y el primero celebrado en suelo estadounidense desde 1988, tiene una carga simbólica especial: Alaska fue territorio ruso hasta su compra por Estados Unidos en 1867 y es un punto estratégico en la geopolítica global.
Trump ha señalado que se trata de una reunión exploratoria, reconociendo incluso que existe un 25 % de probabilidad de que fracase. No obstante, dejó abierta la posibilidad de convocar posteriormente una segunda cumbre, esta vez con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski y líderes europeos.
La ausencia de Ucrania y de representantes de la Unión Europea ha generado críticas internacionales. La alta representante de la diplomacia europea, Kaja Kallas, advirtió que Putin busca más una fotografía diplomática que un compromiso real con la paz.
En la víspera del encuentro, Anchorage y Fairbanks fueron escenario de protestas organizadas por activistas pro-ucranianos y residentes locales, quienes manifestaron su rechazo a la presencia del líder ruso.
Contexto y delegaciones
La delegación rusa incluye figuras clave como Yuri Ushakov, Serguéi Lavrov, el ministro de Defensa Andréi Belusov y el ministro de Finanzas Antón Siluanov. Por parte de Estados Unidos, además de Trump, participan asesores en seguridad nacional y altos mandos militares.
Expectativas y riesgos
Analistas advierten que cualquier avance dependerá de la disposición real de Rusia a ceder posiciones en el frente ucraniano. La falta de participación de Kiev en esta primera reunión plantea dudas sobre la viabilidad de cualquier acuerdo alcanzado.
La elección de Alaska como sede refuerza el carácter simbólico de la cumbre: un territorio con pasado ruso, clave durante la Guerra Fría y punto de encuentro entre Oriente y Occidente. El desenlace de este diálogo podría marcar un punto de inflexión en el conflicto o, por el contrario, convertirse en otro episodio fallido en la búsqueda de la paz.