Dos estudiantes descubren bacterias que convierten plástico en agua

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Fueron halladas por dos jóvenes mujeres de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá. Podría ser una de las soluciones al problema de la basura en los océanos.

Miranda Wang y Jeanny Yao, dos estudiantes de la Universidad de Columbia Británica –Vancouver, Canadá– llevaron a cabo una serie de experimentos que resultaron en el descubrimiento de dos especies de bacterias capaces de convertir plástico en dióxido de carbono, alcohol y agua en tan sólo 24 horas. Este hallazgo podría ser esencial para combatir la crisis de residuos plásticos que afronta actualmente el planeta, teniendo en cuenta que, según las proyecciones de la ONU, para 2050 habrá en el océano más plástico que peces.

Todo se remonta al año 2011 cuando, con tan solo 17 años, este dúo hizo una visita a la Estación de Transferencia de Residuos de Vancouver, donde se sensibilizaron con las grandes pilas de plástico acumulado que observaron allí. “Nos dimos cuenta de que cuando los plásticos se arrojan al vertedero, es difícil clasificarlos porque tienen densidades similares, y cuando están mezclados con materia orgánica y desechos de construcción, es verdaderamente imposible separarlos y eliminarlos ambientalmente”, recuerda Yao.

Concibiendo que los plásticos tardan cientos o miles de años en degradarse, destruyendo ecosistemas, contaminando recursos naturales y reduciendo el espacio de tierra disponible, las estudiantes decidieron atacar el centro del problema. “Recortar su producción es una buena meta, pero aún resta encargarse de lo que ya se ha generado”, explica Wang.
Comenzaron por una extensa investigación en internet, donde aprendieron mediante cientos de artículos científicos que el ftalato, uno de los componentes más tóxicos del plástico, se hallaba en el río local Fraser. Se trata de aditivos que suelen aplicarse para aumentar la flexibilidad, durabilidad y transparencia de productos plásticos cotidianos como juguetes de bebés, envases de bebidas, cosméticos y envolturas de comida. El problema reside en que, si bien son parte del plástico, no están unidos covalentemente a su estructura, por lo que escapan fácilmente en el entorno, perjudicando a la salud y al ambiente. Son extremadamente tóxicos, ya que nuestro cuerpo los absorbe muy fácilmente a través de la piel, la ingesta o la inhalación. De hecho, la EPA los ha clasificado como “contaminantes de alta prioridad”, ya que se ha demostrado que causan cáncer y defectos de nacimiento actuando como disruptores hormonales.

Con toda esta información, y con la teoría de que si había bacterias en un río contaminado, entonces quizás éstas serían capaces de descomponer fltalatos, acudieron a la oficina de la Dra. Lindsay Eltis, profesora de la universidad. Su respuesta fue sumamente positiva: les ofreció su laboratorio para que pudieran trabajar allí, con dos de sus estudiantes –Adam Crowe y James Round– como ayuda voluntaria. Los experimentos arrojaron la presencia de dos especies de bacterias asociadas con la degradación del ftalato, cuyos procesos tuvieron como productos finales dióxido de carbono, agua y alcohol.

Esta investigación les valió el título del primer equipo de pregrado en ganar el Gran Premio Perlman, que fue el puntapié inicial para la fundación de BioCellection, donde ambas trabajan actualmente para “convertir la contaminación por plástico en valor, y lograr que esta tecnología sea accesible globalmente”.