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Todo apunta a que República Dominicana elegirá su primera presidenta en 2028

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Santo Domingo, RD Herald. – La política dominicana atraviesa un punto de inflexión. Si los indicadores actuales se mantienen, las elecciones del 2028 podrían marcar un hecho histórico: la llegada de una mujer a la Presidencia de la República Dominicana.
No se trata solo de probabilidades electorales, sino de una tendencia regional y global que está redefiniendo el liderazgo político.

El panorama dominicano

A unos tres años de las próximas elecciones presidenciales y ante la decisión del presidente Luis Abinader de definitivamente desistir de hasta, reformar la constitución con el objetivo de optar por un tercer mandato, el tablero político nacional muestra una clara fatiga hacia las figuras tradicionales.
El exmandatario Leonel Fernández, líder de la Fuerza del Pueblo, ha sido presidente en tres ocasiones y continúa siendo una figura influyente, pero su alta tasa de rechazo y su condición de liderazgo repetido lo colocan en un terreno de difícil renovación.

En el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), aunque no se ha definido un candidato con proyección fuerte, no se vislumbra una figura que despierte entusiasmo nacional o que logre reestructurar su base electoral con la fuerza necesaria para enfrentar los liderazgos consolidados.

En cambio, en el Partido Revolucionario Moderno (PRM), la tendencia es otra. Entre los nombres que suenan con más fuerza, dos mujeres concentran un notable nivel de aceptación popular y respeto institucional:

  • Carolina Mejía, actual alcaldesa del Distrito Nacional, cuya gestión ha sido vista como eficiente, moderna y cercana.
  • Raquel Peña, actual vicepresidenta de la República, quien goza de amplio respaldo interno en el PRM y buena imagen pública, percibida como equilibrada y preparada.

La posibilidad de que alguna de ellas encabece la boleta presidencial no es descartable, sino cada vez más probable. Sin embargo, la tendencia hacia una presidenta no se explica solo por los escenarios partidarios, sino por una corriente histórica global que favorece el ascenso femenino al poder.


Un fenómeno que cruza fronteras

En los últimos años, la mujer ha asumido un rol de liderazgo político sin precedentes en América Latina y el mundo.
Basta mirar el mapa reciente:

  • Xiomara Castro en Honduras,
  • Dina Boluarte en Perú,
  • Claudia Sheinbaum recién electa en México,
  • Laura Chinchilla en Costa Rica,
  • Cristina Fernández de Kirchner en Argentina,
  • Michelle Bachelet en Chile,
  • Violeta Barrios de Chamorro en Nicaragua,
  • y más atrás, Isabel Perón, la primera presidenta de Argentina en los años 70.

A nivel global, la lista es aún más amplia:
Margaret Thatcher en Reino Unido, Golda Meir en Israel, Indira Gandhi en la India, Angela Merkel en Alemania, Jacinda Ardern en Nueva Zelanda, y recientemente Giorgia Meloni en Italia, confirman que la era de los liderazgos masculinos absolutos ha terminado.


Cuando la historia se repite con otros rostros

Si observamos la historia política global, los ciclos de poder tienden a repetirse con nuevos protagonistas.
Antes de los años 60, gran parte del mundo estaba dominado por dictaduras y regímenes autoritarios:
Rafael Trujillo en República Dominicana, Francisco Franco en España, Benito Mussolini en Italia, Fulgencio Batista en Cuba, Juan Vicente Gómez en Venezuela, António de Oliveira Salazar en Portugal, y Adolf Hitler en Alemania.

Después de ese ciclo, llegó la ola del comunismo y el ideal revolucionario, impulsado por Fidel Castro, Mao Zedong, Ho Chi Minh y decenas de líderes que prometían igualdad social.
Hoy, la nueva corriente sociopolítica que recorre el planeta es diferente: la ola femenina.
Las mujeres ya no solo votan, opinan o militan; ahora lideran gobiernos, dictan políticas económicas y marcan agendas internacionales.


El contexto dominicano dentro de la nueva ola

En República Dominicana, el cambio cultural ha sido progresivo pero firme.
En menos de dos décadas, las mujeres han pasado de ser acompañantes políticas a figuras determinantes: dirigen ministerios, manejan alcaldías, presiden cámaras legislativas y encabezan decisiones nacionales.
La sociedad dominicana —particularmente las nuevas generaciones— ya no concibe la política sin liderazgo femenino.

La figura de Carolina Mejía, con su carisma urbano y tono conciliador, junto a Raquel Peña, con su perfil académico y de gestión, representan dos modelos complementarios de poder femenino: el político y el institucional.
Ambas podrían coincidir en la historia como las mujeres que rompieron el techo más alto de la política nacional.


Una conclusión inevitable

Si la historia reciente sirve de guía, todo apunta a que República Dominicana se encamina hacia su primera presidenta en 2028.
No solo porque el país esté listo políticamente, sino porque la sociedad lo está culturalmente.
Las nuevas generaciones no votan por apellidos, sino por capacidad; no por tradición, sino por resultados.

La era del liderazgo masculino absoluto parece haber concluido.
Y como en toda transformación social profunda, el cambio llegará cuando el pueblo esté preparado para reconocerlo, no cuando el poder lo permita.

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