La canciller alemana proclamó el Welcome Refugees y decretó la apertura de fronteras, pero desde el Kremlin pensaban que quizás eso no era una buena idea y el presidente ruso reclamó a los recién llegados un esfuerzo por “adaptarse a la vida rusa”.
“Los refugiados que no están dispuestos a aceptar nuestras costumbres deben marcharse a Arabia Saudí, donde sus creencias son ley”, ha explicado Putin, que siempre se ha posicionado enfrente de las políticas seguidas por el régimen de Riad, al que se ha enfrentado abiertamente por su apoyo al presidente sirio, Bashar Al Assad.
La realidad saudí
La grave situación que vive Oriente Medio no ha alterado los planes de la dictadura islámica de Riad. Arabia Saudí era uno de los lugares idóneos para la acogida masiva de refugiados, pero sus gobernantes negaron esta posibilidad: “No podemos asumir el riesgo de los radicales”. Los campos anexos a La Meca cuentan con miles de tiendas refrigeradas que sólo se usan unos días al año, pero desde Occidente se han negado a presionar a Riad para articular un cambio en sus políticas.
Oficialmente Arabia Saudí es un país donde se respetan todo tipo de cultos y creencias. Este mismo año, las Naciones Unidas nombraron al embajador saudí, Faisal Bin Hass, presidente del Consejo de Derechos Humanos. Un premio más que sorprendente para un Estado donde las mujeres no pueden conducir, los periodistas son condenados a recibir latigazos y los hombres crucificados. De hecho, el año pasado las autoridades batieron su propio récord mundial de ejecuciones públicas en virtud de las leyes dictadas por la sharia.
Y es que la realidad de Riad es muy diferente a la que nos quieren vender desde Occidente. La propia ONU denunció haber recibido fuertes presiones que la obligaron a modificar un informe crítico con Arabia Saudí. El organismo finalmente cedió y eliminó al país de la ‘’lista negra’’, que señalaba originalmente a la coalición árabe de Arabia Saudí que actúa en Yemen como responsable de ataques contra niños y la situaba en un informe junto a grupos terroristas y gobiernos acusados de esos mismos crímenes.
Las autoridades saudíes fueron claras, ‘o me sacas de la lista o te cierro el grifo’. La dictadura musulmana exigió estar fuera del informe y amenazó con dejar de aportar fondos al organismo. “Niños que ya están en riesgo en palestina, Sudán del Sur, Siria, Yemen y muchos otros lugares caerían aún más en la desesperación”, explicó sobre esas amenazas de cortar las aportaciones. Ban Ki-moon se escudó entonces en que los fondos aportados por los saudíes podrían dejar a otros menores sin ayuda y prefirió seguir contando con los petrodólares antes que velar por los derechos de los niños en conflictos armados.
Campaña contra la reelección en el Congreso de DDHH
La web Change.org ha comenzado una recogida de firmas contra la reelección de Arabia Saudí como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Concretamente el nombramiento se produjo el pasado 28 de octubre y el portal ya ha recogido más de 13.000 firmas, que serán enviados a las Naciones Unidas y a la embajadora de EEUU en el organismo.
Los creadores de la campaña han señalado al país árabe por ‘’bombardear escuelas y hospitales en Yemen, mientras en su país se somete a las mujeres, se pisotea la libertad religiosa, se oprime a las minorías y se encarcela injustamente a activistas de derechos humanos’’. Por ello, han sostenido que la ONU “nunca debería haber elegido a este régimen opresor’’.