Caracas.- Vestidos de blanco, miles de opositores se movilizaron el sábado sin mayores inconvenientes, salvo pequeños choques, hacia la Conferencia Episcopal en una «marcha del silencio» por los 20 muertos que dejan tres semanas de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro.
En medio de un amplio despliegue de seguridad, varias marchas confluyeron frente a la sede de la institución eclesiástica en Caracas, considerada por el gobierno como un «actor político», donde dirigentes opositores se reunieron con representantes del clero.
La Conferencia Episcopal queda en el oeste de Caracas y los manifestantes opositores por primera vez completaron su recorrido que atravesó zonas consideradas bastiones chavistas, sin los usuales enfrentamientos con la fuerzas de seguridad registrados en estas semanas de protestas.
Después de que terminó la movilización se registraron algunos choques en el este de Caracas, donde la policía usó bombas lacrimógenas para impedir bloqueos de calle. Pero en general transcurrió sin problemas.
«¡Venezuela quiere paz!», gritó un grupo de manifestantes escoltados por policías motorizados, tras llegar a un acuerdo con los uniformados. En otro punto, por un barrio popular y también tras negociaciones, la militarizada Guardia Nacional replegó una cerca que impedía el paso y apartó a los soldados para dejar libre la vía.
Entre aplausos y entonando el himno nacional, los manifestantes siguieron el camino.
«Vamos a seguir en la calle. Esta no es la hora de desistir, es la hora de resistir (…). Si todos los venezolanos nos unimos no habrá cúpula corrupta que pueda con la fuerza de cada uno de nosotros», dijo el líder opositor Henrique Capriles en un megáfono.
Las protestas opositoras, convocadas casi todos los días desde el 1 de abril, se desataron después que el máximo tribunal se adjudicó temporalmente las funciones del Legislativo.
La noche del viernes se registraron pequeñas protestas y brotes de disturbios, en otra noche de incidentes violentos en Caracas, después de la batalla campal registrada el jueves en el sector popular de El Valle, con tiroteos, saqueos y enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad.
El gobierno y la oposición se responsabilizaron mutuamente de la violencia que deja, además de los 20 fallecidos, cientos de detenidos y heridos, y varios negocios saqueados.
— «Escuchar al pueblo» —
Muchos manifestantes llevaban camisetas blancas con la palabra «PAZ» en letras negras, banderas y gorras con los colores patrios y flores blancas. Uno incluso lideraba una de las procesiones con una gigantesca cruz de madera y una bandera colgada.
El silencio en el recorrido era a veces interrumpido por el himno venezolano, un rosario o un aplauso en honor a lo que llamaron «los caídos» en estos 21 días de protestas.
Al llegar a la sede del episcopado, un sacerdote y un pastor evangélico rezaron en un altar improvisado en la parte de atrás de una camioneta y usando un megáfono.
Manifestaciones similares se realizaban en otras ciudades como Maracaibo, Barquisimeto y San Cristóbal, en el oeste del país.
Maduro, con su popularidad minada por la severa crisis económica, asegura que combate una «guerra económica» promovida por la «derecha extremista venezolana» que busca derrocarlo con el apoyo de Estados Unidos.
Pero la oposición insiste en que es por la «vía electoral» que quiere sacarlo del poder, al que, según afirman, se aferra Maduro con el apoyo de la cúpula militar.
Las elecciones de gobernadores debieron realizarse en 2016, pero fueron suspendidas y aún no tienen fecha, las de alcaldes están pautadas para este año y las presidenciales para diciembre de 2018.
«El Gobierno tiene que retirarse, tienen que escuchar al pueblo, el pueblo ya no quiere ni comunismo, ni revolución, ni nada de lo que nos ha traído tanto sufrimiento, vamos a hacer unas elecciones generales», dijo Rosibel Torres, una abogada que estaba en la marcha.
Seguidores de Maduro se concentraron en la plaza en el centro de Caracas en apoyo al gobierno.
En medio del saldo trágico de los últimos días, 11 naciones latinoamericanas, la Unión Europea y Naciones Unidas pidieron al gobierno venezolano garantizar las protestas pacíficas, lo que la canciller venezolana Delcy Rodríguez calificó de «inmoral».