Murió mientras convalecía en el hospital Auxilio Mutuo de Hato Rey
Nacido el 26 de septiembre de 1938 en el barrio Pugnado Adentro, entre Ciales y Manatí, quedó huérfano de madre a los 6 años. Su familia se mudó a El Fanguito, en Santurce, buscando mejores oportunidades. Pero ante las necesidades económicas, José Miguel abandonó la escuela en el sexto grado de elemental para dedicarse a vender chinas y maní, y aportar al sustento de la casa.
Esos inicios humildes marcaron su carácter y nunca permitieron que se vanagloriara de una carrera que transitó con éxito entre la música, la televisión y el cine.
Por ejemplo, en su adolescencia, allá para el 1951, ya era considerado una estrella de la música típica por el público puertorriqueño, sino por los boricuas en Nueva York, donde llegó a presentarse en el famoso Teatro Puerto Rico. Ya desde entonces el sentimiento de sus interpretaciones le ganó el apodo de “El Gallito de Manatí” de parte del propio público.
Pero su talento no se circunscribió a la interpretación, pues desde jovencito también escribía, destacándose eventualmente en la composición de décimas, valses, boleros y rancheras.
Fue precisamente su composición «El huerfanito» la que le abrió las puertas a la que era la más importante puerta artística de la época: el programa «Tribuna del Arte», de Rafael Quiñones Vidal, quien lo mantuvo en rotación hasta 1954 debido a la gran acogida que tuvo.
Con la ranchera “Cuatro balazos”, que cantó acompañado por Yomo Toro, cambió la música jíbara por la mexicana. Pero, igual, se movía por diferentes géneros con igual aceptación del público. Esa versatilidad le permitió conquistar otras plazas como México y Colombia, donde llegó a causar furor.
Fue en el 1954 que grabó su primer disco, por el que le pagaron $500.
“Cuando llegué de un viaje a Nueva York, mi primera esposa, Felícita García, madre de mi hijo mayor José Miguel, alquiló un apartamento en Trujillo Alto y se gastó parte del dinero. Le dije: ‘en la pobreza soy feliz’, pero ella insistió que allí íbamos a estar mejor”, recordó en una ocasión.
Grabó con importantes casas disqueras como la RCA, Sony y BMC (solo con esta imprimió su voz en 35 discos).
Hacia el 1973 era considerado uno de los cantantes de mayor factura, con ventas de más de un millón de copias de su álbum “Su voz y sus canciones”, cifras que volvió a alcanzar con producciones posteriores de los más de 130 discos que llegó a grabar.
Incursionó en la televisión en el espacio de Los Alegres Tres, en el desaparecido Show de las 12 de Telemundo, donde Sylvia de Grasse creó para él la sección «Serenata moderna». Posteriormente, tuvo su propio programa, “Yo soy El Gallo” (1972-1981) por la Cadena Perez Perry, Canal 11, en el que compartió con Tavín Pumarejo, Awilda “La Mimosa” y el Mariachi Jalisco.
En la década de 1980 incursionó en la radio en La Fabulosa de Juncos y Radio Voz, donde mantuvo el espacio Alegrando la mañana con José Miguel.
Diez años más tarde tuvo otra reinvención cuando a inicios de los 90 colaboró con El Conjunto Quisqueya y a finales con su gran amigo Tavín Pumarejo, con quien grabó el exitoso disco navideño «Los gagos parranderos».
Hace unos años terminó una carrera en Bienes Raíces y llegó a ejercer como realtor, pero dejó vencer su licencia.
“Nunca puedo decir que no fui profeta en mi tierra, porque a pesar de que los grandes éxitos fueron rancheras, pasodoble, merengue, yo no puedo decir que no, porque lo he sido”, expresó en entrevista.
Al cantante le sobreviven su viuda y sus hijos Mariadoni y José Carlos (de su relación con Nazario), así como José Miguel, MayraIvelisse, y los gemelos Leoncio Miguel y José, de relaciones anteriores. Tenía una docena de nietos.