Este texto marca el tercero de una serie especial de siete capítulos de análisis editorial preparados para el diario RD Herald, en la que exploraremos con profundidad y equilibrio el complejo escenario político, económico y social que vive hoy América Latina.
A lo largo de esta serie, examinaremos cómo los modelos de gobierno inspirados en la izquierda y la derecha han impactado la región, no desde el fanatismo ni la propaganda, sino desde una mirada seria, comparativa y abierta, que permita al lector formar su propio criterio.
CAPÍTULO 3
Santo Domingo, RD Herald. – Mientras la izquierda promete justicia social, la mayoría de gobiernos de derecha en América Latina se presentan como garantes del orden, la estabilidad macroeconómica y la confianza para la inversión privada. Su narrativa central no es emocional, sino gerencial: “sin crecimiento, no hay nada que repartir”.
Esta corriente gobierna hoy en países como El Salvador (Bukele), República Dominicana (Abinader), Uruguay (Lacalle Pou), y recientemente vuelve a tomar fuerza con figuras disruptivas como Javier Milei en Argentina.
¿Dónde acierta esta derecha?
- Recupera la confianza de los mercados, estabilizando la moneda e impulsando inversión.
- Reduce trabas burocráticas y facilita el emprendimiento.
- Disciplina el gasto público y evita déficits fiscales peligrosos.
- Refuerza la idea del mérito, el trabajo y la responsabilidad individual.
- Da prioridad a la seguridad como condición para el progreso económico.
El caso Bukele es el ejemplo más extremo y visible: seguridad por encima de todo. Prisiones masivas, reducción drástica de homicidios… pero con críticas sobre posibles abusos y concentración de poder. Para muchos salvadoreños: “prefiero orden que caos”. Para otros: “¿a qué precio?”.
El caso Milei representa el otro extremo: guerra total contra el Estado y los subsidios. Un giro económico radical que genera esperanza en unos… y temor social en otros.
El caso Abinader en República Dominicana es más moderado: una derecha moderna, tecnocrática, que busca equilibrio entre inversión extranjera, estabilidad económica y programas focalizados. No es populismo ni austeridad brutal: es pragmatismo.
Uruguay, por su parte, es visto hoy como modelo regional: libertad económica con alto respeto institucional, y políticas sociales sostenidas sin caer en populismo.
Pero el gran desafío de la derecha es claro:
si se enfoca solo en cifras macroeconómicas y descuida a la clase media baja, el voto tarde o temprano girará hacia la izquierda otra vez.
Y si confía demasiado en el mercado sin amortiguadores sociales, el costo lo paga el pueblo, no las élites.
Conclusión parcial:
La derecha ofrece crecimiento y orden… siempre y cuando recuerde que el desarrollo no solo se mide en PIB, sino también en dignidad.



