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Nepal proclama a una niña de 2 años como su nueva diosa viviente

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Katmandú, RD Herald. – Nepal volvió a despertar la atención internacional al proclamar a una niña de apenas dos años como la nueva Kumari, figura sagrada reconocida como “diosa viviente” dentro del hinduismo y el budismo local. Esta tradición milenaria, única en el mundo, combina aspectos religiosos, culturales y sociales, y ha sido objeto tanto de veneración como de debate en tiempos modernos.

¿Qué es la Kumari?

La Kumari es considerada la encarnación de la diosa Taleju, vinculada al poder divino y a la protección del reino. Se cree que la divinidad habita en el cuerpo de una niña hasta que alcanza la pubertad, momento en el que la diosa se retira y la joven regresa a una vida normal. Inmediatamente después, se selecciona a una nueva niña para continuar el linaje.

Selección de la diosa viviente

El proceso de selección es riguroso y llevado a cabo por sacerdotes y astrólogos de la tradición newar, una de las comunidades más antiguas del valle de Katmandú. La elegida debe cumplir con un conjunto de requisitos físicos y espirituales conocidos como “las 32 perfecciones”, que incluyen desde la forma de sus ojos, la suavidad de su piel hasta la pureza de su carácter.

En ceremonias secretas, la niña debe demostrar ausencia de miedo ante pruebas simbólicas, ya que se espera que la diosa encarnada sea capaz de enfrentarse a la oscuridad y al caos.

Beneficios y responsabilidades

La niña Kumari vive en el Kumari Ghar, un palacio en Katmandú donde recibe ofrendas y reverencias de miles de devotos. Su familia recibe beneficios materiales y sociales, ya que su hija es considerada fuente de prestigio y bendiciones. Sin embargo, la Kumari no lleva una vida normal: no puede ir a la escuela de manera tradicional ni jugar libremente como otros niños, y sus apariciones públicas se limitan a ocasiones ceremoniales.

Con el paso de los años, algunas ex-Kumaris han relatado dificultades para reintegrarse a la vida común, aunque también destacan la educación especial que reciben y el respeto social que las acompaña durante toda su vida.

Relación con Dios y la religión

La veneración a la Kumari refleja el sincretismo entre el hinduismo y el budismo en Nepal. Para los creyentes, la diosa viviente no reemplaza a Dios, sino que es una manifestación temporal del poder divino en la Tierra, una forma tangible de que lo sobrenatural conviva con lo humano. Su figura representa pureza, inocencia y protección espiritual para la nación.

Origen de la costumbre

La tradición data del siglo XVII, durante el reinado del rey Jayaprakash Malla, quien instauró el culto formal a la Kumari como parte de la identidad religiosa y política de Katmandú. Desde entonces, la entronización de niñas como diosas vivientes ha sido un ritual constante que trasciende generaciones, pese a las críticas de organizaciones internacionales que la consideran una práctica restrictiva para la infancia.

Debate contemporáneo

En la actualidad, sectores defensores de derechos humanos en Nepal han planteado cuestionamientos sobre la crianza de las Kumaris, señalando limitaciones a la libertad de la niñez. Sin embargo, el gobierno y líderes religiosos insisten en que la tradición forma parte del patrimonio cultural intangible del país y debe preservarse con respeto y regulación.

Significado espiritual

Para los devotos, visitar a la Kumari es recibir la bendición directa de la diosa. Se cree que su mirada otorga prosperidad y protección, especialmente a los gobernantes y líderes militares, quienes históricamente han buscado su respaldo en tiempos de crisis.

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